sábado, 30 de diciembre de 2017

Mas allá del cristal de la fantasía navideña




Como cada año, la temporada navideña llega y  permite darme un tiempo  para tomar un respiro y observar lo que ocurre en mí y en mi entorno. 

Durante estos días  me he dado cuenta de las diversas conductas de las personas, he visto gente muy alegre que aparentemente disfruta de la temporada, he visto personas que se quejan de la navidad,  he visto personas tensas porque la multitud y las prisas suelen irritar a más de uno, he visto largas filas en las tiendas de ropa y jugueterías. Y me he puesto a pensar en el verdadero significado de estas celebraciones.

En primera instancia, quisiera retomar que “según la mayoría”, las fechas son perfectas para comprar regalos para la gente que apreciamos y para consumir hasta lo inimaginable, porque a fin de cuentas “solo es una vez al año”. Es la época perfecta para consentirnos, para estrenar,  para cambios de look, de ropa, de electrodomésticos, etc. Y no es de extrañarse, si el mismo sistema económico  nos “recompensa”  con un aguinaldo, por haber trabajado durante todo el año. De igual forma, suele ser un momento para mejorar como personas y por qué no, realizar propósitos para el nuevo ciclo que da inicio. Todo esto ya lo sabíamos.
 

Pero ¿qué ocurriría si fuésemos un poco más conscientes de nuestra finitud, de nuestra existencia?, ¿qué pasaría si aprovecháramos estas fechas para ser más sensibles ante la persona que está a mi lado, mi compañero, familiar, mi comunidad?


Y aunque muchas empresas, incongruentemente, nos venden (literalmente) el mensaje de dar lo mejor a la gente que amamos, lo cierto es que vamos cegados como tiernas ovejas que persiguen algo más tangible, algo concreto, algo cuantificable.


Hace unos días entre tantas cosas que me encuentro en las redes sociales, pude observar un par de videos que inevitablemente me sacudieron. Ambos eran experimentos sociales, en el primer video, se les cuestiona a  los participantes sobre quién era la persona más importante para ellos, luego se les pregunta qué les regalarás esta navidad y todos mencionaron cosas como relojes, ropa, libros y demás objetos. Como pregunta última se hacía énfasis en qué le regalarías si fueran sus últimas navidades;  y  es que cuando esta pregunta fue  formulada, la expresión facial y corporal de las personas cambia, hay algo en ellas que se activa y las deja pensando. Se ponen serios y afirman que lo más importante en estas fechas es el tiempo que compartes con quienes amas y que efectivamente, cambiarían su regalo.


En otro experimento, se les pide a unos niños hacerles una carta a sus papás. En ellas, los niños hacen peticiones sobre el tiempo para jugar y la atención que quisieran tener. Los papás se observan conmovidos y  se dan cuenta de que los años jamás volverán y que la opción de disfrutar de sus hijos ahora no será reemplazada ni por el juguete más caro e innovador del mercado.




En ambos casos, surge la necesidad del tiempo y del amor que le dedicamos a quienes consideramos importantes. Vivimos en un mundo tan ajetreado, tan amañado que siempre nos dicta qué hacer, cómo hacerlo, qué es correcto y qué no lo es, tanto que cuando esa inercia o estabilidad se rompe, no sabemos qué podría sucedernos, no sabríamos cómo reaccionar.


Y me pregunto ¿Hasta qué punto nos permitiremos ver más allá del cristal de nuestra fantasía?, ¿Será después de la cena de año nuevo?,  ¿Será después de que estas fechas terminen?,  ¿Regresaré al mismo orden de siempre para esperar a la siguiente temporada navideña y “demostrar” mi amor y cariño a la gente que quiero? 

Y aunque es cierto que a veces, es oportuno resignificar la ausencia para poder modelar nuevas presencias. No esperemos a que esas personas significativas para cada uno ya no estén físicamente para compartir con ellas. No esperemos a que nuestro vecino esté en las peores condiciones para ser empático con él. No esperemos que nuestras comunidades sufran por injusticias para sensibilizarnos. Y es que si se percibe que todo está en orden no se visualizan alternativas distintas más que para justificar la quietud, la pasividad.





Usualmente, los caminos que las personas eligen han sido definidos en función de lograr abundancia, de obtener algo tangible, de negar lo que originalmente, desde adentro nos lleva al movimiento, al cambio. Es tarea de cada uno ser más amplio, menos lineal y más orgánico. Ser más humano.




Psic. Shadid Pech Dorantes
Psicóloga clínica
9999 18-04-62 
Trascender. Centro de Atención Psicológica.

domingo, 3 de diciembre de 2017

La cruda realidad de ser mujer en México

El pasado 25 de Noviembre se conmemoró el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres. En el marco de dicha fecha, miles de personas a favor de la equidad de género salieron a tomar las calles con la finalidad de reclamar los derechos que sistemática e históricamente han sido violentados y negados para las mujeres desde diversos ámbitos, tanto en el espacio público como en el privado.

La realidad actual del país y del mundo en general permite visibilizar la violencia de género como una problemática sumamente compleja que impregna todos los espacios en los que nos desenvolvemos y contamina las relaciones que generamos con nuestro entorno, ya que la opresión vivida por las mujeres está íntimamente relacionada con otras formas de opresión ligadas al sistema social contemporáneo, capitalista y heteropatriarcal, en el que todos y todas que nos encontramos inmersas.

De acuerdo con estadísticas actuales, en la República Mexicana mueren a diario de manera violenta alrededor de 7 mujeres. En este mismo contexto, 4 de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia a manos de sus parejas y únicamente se presentan 150 mil denuncias al año por alguno de los tipos de violencia tipificados por el orden jurídico. De las denuncias que son presentadas al año únicamente el 11% resultan en averiguaciones previas y sólo un impactante 2.4% reciben sentencias condenatorias.

La situación de desamparo en la que vivimos la mayoría de las mujeres en México es alarmante, considerando que ante la ley somos titulares de todos los derechos reconocidos por el orden jurídico. A pesar de esto, ser mujer en México y en el mundo entero supone no solamente una desventaja, sino un riesgo elevado de ser violentada de alguna manera y de que los crímenes cometidos hacia nuestra persona queden impunes.


De acuerdo con la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) como parte del proceso de atención a las mujeres víctimas de violencia, la Secretaría de Seguridad Pública tiene la responsabilidad de crear un Banco Nacional de Datos e Información sobre  Casos  de  Violencia contra las Mujeres, cuya finalidad principal es proporcionar y administrar la información procesada de las instancias involucradas  en  la  atención,  prevención,  sanción  y  erradicación  de  la  violencia  de  género, con el fin  de instrumentar  políticas  públicas  desde  la perspectiva  de  género y  de  derechos  humanos  de  las mujeres. Hasta la fecha, el Banco aún se encuentra en proceso de implementación por lo que no se tienen datos fidedignos que apoyen a la creación de políticas públicas que realmente combatan la problemática de manera adecuada.

La importancia de reflexionar sobre las violencias en contra de las mujeres radica en visibilizar la situación actual y organizar acciones desde la sociedad civil, que ha tenido un papel preponderante en las acciones encaminadas a la prevención y erradicación de la violencia machista y misógina. Si después de leer esta entrada aún crees que la violencia de género no tiene nada que ver contigo o que no es algo que sea relevante o cotidiano, tal vez necesites mirar a tu alrededor con mayor detenimiento.
Hoy más que nunca es necesario cuestionarnos a nosotros mismos, como personas que viven y se relacionan en sociedad: ¿Soy parte del problema o de la solución?  

Psic. Carmita Díaz López
Psicóloga escolar y clínica
Contacto: 9991-11-04-03
"Trascender". Centro de Atención Psicológica Integral.