"El amor es un campo de batalla", recita una popular canción de los ochentas interpretada por Pat Benatar. Casi cuarenta años después esa simple frase resume de manera bastante acertada las relaciones contemporáneas: amar es una lucha de poder. Pero... ¿Cuál es la razón por la que esto continúe siendo así? Tan sencillo (y tan complejo) como admitir que hombres y mujeres hemos crecido con conceptualizaciones diferentes, y a veces opuestas, de lo que significa el amor; lo que en muchas ocasiones puede dificultar un punto medio de encuentro.
La mayoría de las mujeres hemos sido criadas para ser sujetos pasivos y receptoras del amor ya que, como lo simbolizan en las películas y novelas románticas, esperamos pacientemente a que nuestro príncipe azul llegue a salvarnos de nuestras propias circunstancias. Mientras tanto, los hombres criados en un sistema patriarcal y machista poseen mucha más "libertad" de acción (entrecomillado porque es una libertad esclavizante) para elegir a la princesa que más le apetezca de entre todas las chicas del reino.
Sin embargo, esta carga para los varones disfrazada como libertad aparente también los limita al momento de expresar sus sentimientos afectivos hacia su pareja y al momento de comprometerse, ya que existe la falsa creencia de que un hombre enamorado pierde el control sobre sí mismo y se lo cede a su pareja, lo que lo hace perder puntos de masculinidad ante otros hombres. En el extremo contrario estamos la mujeres, adoctrinadas para dejar de lado nuestra propia comodidad, nuestros ideales y hasta nuestra propia identidad con tal de satisfacer las expectativas del otro, muchas veces a costa de nuestra propia felicidad.
Es sumamente complejo darse cuenta de éstas trampas sutiles del patriarcado ya que todos y todas hemos sido criados bajo este mismo esquema y como el pez que no percibe el agua que le rodea, nos sumergimos y nadamos en estas pautas relacionales sin saber que existen otras maneras de vivir y de disfrutar el amor.
La finalidad de esta entrada básicamente es crear una incomodidad que de paso a la reflexión: el amor que nos venden no necesariamente es el que tenemos que comprar. Es imperante comenzar a mover nuestros esquemas para replantear nuestras relaciones con los demás y con nuestro entorno, puesto que lo que llevamos a cabo a nivel interpersonal lo reproducimos a nivel macro. Transformar nuestras pautas relacionales requiere de una enorme cantidad de energía, reflexión y autocrítica y no cualquier persona está dispuesta a ello porque implica esfuerzo y una cierta dosis de dolor.
Sin embargo, citando a la escritora feminista Carol Herrera:
"No basta con querer mucho, hay que quererse bien. Lo romántico es político, ningún amor es ilegal, otras formas de quererse son posibles..."
Psic. Carmita Díaz López
Psicóloga Escolar y Psicoterapeuta
Contacto: 9991-11-94-03
Centro de Atención Psicológica Integral. Trascender.