La presente
entrada corresponde a mi punto de vista, el cual representa solo una
perspectiva (de muchas otras) del panorama actual que nos muestra la pandemia.
Mi intención es
poner palabras a las situaciones sociales que presencio actualmente y que
muchas veces pasan desapercibidas por enclaustrarnos, aislarnos o sencillamente
desentendernos del entorno en el que nos toca vivir.
En tiempos
actuales de pandemia, nos toca presenciar el colapso de muchos de nuestros
sistemas en general: el económico que tan pobremente se ha sostenido ante las
malas administraciones de los gobernantes; el de salud que se sostiene gracias
a los esfuerzos de la gente tan dedicada ante la débil logística de la
burocracia; y el que más duele mencionar, que es el social, afectado en la
forma en la que vemos (o no-vemos) otras realidades diferentes a la nuestra.
Las políticas
públicas del "Quédate En Casa" suelen ser muy eficaces para la gente que se ha
beneficiado del sistema político bajo el cual se erige la hegemonía, así como
la gente que se sostiene económicamente bajo un sueldo estable y percepciones
fijas. ¿Pero, qué hay de las personas que están en estratos más bajos de la
“escala social”? Hablo de las personas que no pueden parar para “quedarse en
casa” dado que sus ingresos corresponden a una actividad económica donde no
tienen ni el mínimo de prestaciones o un salario digno.
La pandemia y las
contingencias sanitarias desatadas a raíz de esta, nos muestran estos panoramas
que suelen ser desalentadores para quienes se atreven a mirar más allá de sus
propias realidades (comúnmente mal-llamados mundos). Jóvenes y adultos que han
sido despedidos de sus trabajos por la falta de recursos o infraestructura de
las empresas que se ven afectadas; empresas que también tienen que cerrar
puertas definitivamente perdiendo empleos masivamente; Familias que se han
quedado sin sustento, ni lo básico para poder subsistir teniendo que apelar a
las invitaciones del gobierno (que tampoco se da abasto) para apoyos económicos
o de despensa; vendedores ambulantes y otros trabajadores que tienen que elegir
entre resguardarse del peligro infeccioso que conlleva salir a ejercer sus
actividades o bien, exponerse para no pasar hambres; “home office y home school”
para quien no tiene ni los implementos básicos para su ejercicio (sin internet,
sin computadora).
"No Future" (Banksy, 2010) |
Se estima que se
han perdido hasta hoy (Mayo 2020), cerca de 500 mil empleos y que las
condiciones pintan a perder cerca de 500 mil más (de acuerdo con la STPS).
Conllevando a acelerar el decaimiento económico y social, evidenciando aún más
esta brecha entre el que tiene y el que no. Esto desde luego, tiene una
afectación más allá de nuestros bolsillos, incluso en el ámbito psicológico,
porque es más fácil pensar con el estómago lleno.
“Hablar de
justicia social, también es hablar de salud mental”
Estas escenas que
nos muestra la situación sanitaria actual, no han de pasar desapercibidas, dado
que son situaciones del México cotidiano que se han acentuado ante la debacle
socio-económica y que corresponden a las necesidades de las personas más
vulneradas por la jerarquía social.
Las alternativas más allá de la contingencia
"Yo te decía que la solidaridad
es la ternura de los pueblos.
Te lo decía después del triunfo,
después de que pasamos
los tiempos duros de batallas
y llantos"
(Gioconda Belli)
Desde ahora, muchas personas ponen sus esperanzas en reanudar sus actividades al término del aislamiento con el tan pronunciado “cuando termine la contingencia…”; no quisiera salirme del tenor y continuar con esto.
Cuando termine la
contingencia: los grupos vulnerables seguirán allá, ¿Tendremos la misma visión
que nos ha removido la pandemia para poder apreciarlos? Digo esto en el sentido
estricto de la horizontalidad y puesto en cuanto a un ejercicio de mirar hacia
el otro que tanto se ha recitado en estos tiempos.
Es decir, mirar
al otro más allá de mis/sus limitaciones como seres humanos con ciertas
condiciones desde la naturaleza socio-económica y desde la existencial,
observar que ambos sostenemos la misma vulnerabilidad y fragilidad de la
incertidumbre que nos proveen los cambios sociales abruptos como una pandemia.
Pero esto no se
queda nada más allá, sino que implica mantener esta mirada de forma proactiva y
hacer algo por ello (irnos hacia la acción) como muchas iniciativas privadas,
públicas, civiles y a final de cuentas humanas, han surgido. Mirar al otro
implica mirarnos como seres comunitarios que somos e implicarnos desde la
horizontalidad que nos proveen los sistemas humanos; nadie por encima de nadie,
sino en una forma de apoyo mutuo.
Pienso que la cura ante el individualismo exacerbado y la desigualdad social es ante todo, la solidaridad y la lucha por un mundo más justo para todas y todos. Construir un mundo fuera de las bases hegemónicas de las jerarquías sociales donde "nada humano nos sea ajeno" se desarrolla mediante la práctica de mirar hacia aquellas situaciones vulnerables que comúnmente son invisibilizadas o atenuadas por el narcisismo de la cultura dominante.
¿Podemos mirarnos
como comunidad más allá de la distancia?
Psic. Davy Aguilar
Psicólogo clínico y Psicoterapeuta Gestalt
Contacto: 9992-19-89-51