martes, 2 de junio de 2020

Escribir desde la rabia, cuestionar desde el privilegio y luchar desde la colectividad


I can´t breathe…
George Floyd

Hay días como hoy, en los que la desesperación se anida en mi pecho y la desesperanza recorre todo mi cuerpo como si fuera su casa. Otros días me visita la tristeza, a quien conozco desde hace bastante tiempo y nos tomamos un café en la puerta de mi departamento, mientras contemplamos la lluvia caer. Pero estos últimos días, el sentimiento de rabia se ha apoderado de mis entrañas, me quema como fuego en la garganta y estas cuatro paredes sofocan mis gritos pidiendo justicia a un sistema que lleva milenios haciéndose el sordo.

Es por esa razón que he decidido convertir mis gritos ahogados en palabras y mis puños cansados en dedos que teclean, para cuestionarme desde mi propio privilegio y mi posibilidad de quedarme en casa, haciendo un llamado a quienes luchamos desde cada trinchera para que la llama de ésta rabia nunca se apague, "hasta que la dignidad se haga costumbre" (Sub. Galeano y Comdta. Ramona, EZLN).


En un país donde existen más de 100 mil personas desaparecidas (61 mil personas de acuerdo a cifras “oficiales”), donde se asesinan a 10 niñas y mujeres cada día y donde presentamos índices de violencia comparables a otros países que enfrentan conflictos armados, la indignación, el miedo y la impotencia son sentimientos con los que tenemos que lidiar cada día y que tienen costos sociales y psicológicos que poco a poco nos están pasando factura.

Haciendo referencia a la entrada anterior de mi compañero Davy   (http://trascendercapsi.blogspot.com/2020/05/el-virus-que-exhibio-la-desigualdad.html), la pandemia ha logrado sacar de manera muy cruda el clasismo, racismo, desigualdad social, xenofobia y el terrorismo de Estado (y de nación) que habíamos estado viviendo desde hace décadas, pero que había estado disfrazado bajo el velo de lo políticamente correcto, sostenido por las estructuras hegemónicas de una sociedad patriarcal, neoliberal y esencialmente capitalista. El virus y la cuarentena, impuestas por la “nueva normalidad”, nos orillan a mantenernos separados, aislados de nuestros compañeros y compañeras de lucha, tratando de encontrar otras maneras mantener nuestra colectividad incluso en la distancia, a través del uso de la tecnología (también mediada por las élites de poder) para subsanar los vacíos que nos deja ésta lejanía que cada vez nos pega más.

Tener la posibilidad de escribir desde la rabia, que sigue estando enmarcada en la  comodidad de mi hogar, me hace replantearme éstos privilegios que me han sido otorgados y me mueve a buscar una forma de ponerlos al servicio de otras y otros, cuyas luchas son distintas pero que pesan tanto como las luchas a las que yo decido apoyar y que me atraviesan. Como una mujer mexicana de tez morena, que se adscribe como feminista interseccional y se nombra como parte de la comunidad queer, he aprendido a simpatizar con las luchas de otros colectivos que han forjado su historia caminando a través de la discriminación, la violencia, la otredad y la invisibilización. Por estas razones y por mi propia historia es que la rabia me mueve a decir: ¡Ya basta!  ¡Nuestras vidas no son desechables, somos personas no cifras! ¡Estamos distanciadxs, pero NO ESTAMOS SOLXS!


¡Exigimos que se haga justicia! La desigualdad social, la violencia de género y el racismo no entran en cuarentena, siguen estando presentes en nuestras vidas de una u otra manera, están en nuestra propia casa, en nuestro barrio, en nuestro Estado y en nuestro país. Las leyes nos siguen violentando de manera sistemática y continúan favoreciendo a un porcentaje reducido de ciudadanos, decisiones que se toman detrás de escritorios de caoba hechos a la medida para el político en turno y que están pensadas para seguir manteniendo el status quo.

Les invito a utilizar la rabia colectiva para luchar contra aquellos que prometieron protegernos pero que nos han sofocado hasta la muerte, aquellos que deciden mirar al otro lado cuando las violencias nos transgreden, porque si no estás indignado… no estás prestando suficiente atención. Miremos más allá de los movimientos a los que representamos o que nos representan, miremos la colectividad que surge de unir todas las luchas, de poner el privilegio al servicio del otro y de mirarnos más allá de nuestras diferencias.


MPAE. Carmita Díaz López
Psicoterapeuta Gestalt y Psicóloga Escolar 
Contacto: 9993353681