Es sabido que ser
padre hoy en día, significa una gran responsabilidad, sin embargo, pareciera ser que a veces nos
olvidamos de las repercusiones de
nuestra conducta con respecto a los hijos. Múltiples autores se han enfocado en escribir sobre el rol de los papás, abordando desde diversas perspectivas esta
tarea; en este contenido expongo una visión que se suma y aporta algunas ideas
para llevar a cabo tan compleja labor.
Rocío Barocio, comenta en su libro “Disciplina con
amor”, algunos aspectos fundamentales para acercarse a los hijos de manera positiva.
Explica que muchas veces, los padres piensan “No quiero repetir lo que mis padres hicieron conmigo”, por lo tanto esto los lleva al polo opuesto: la permisividad.
Para no caer en extremos
y ser parte de una educación consciente en la que se aplica la disciplina
con amor, se recomienda evitar los
siguientes cuatro errores:
El orden natural de la familia indica “Yo soy el padre y tú eres el hijo, yo soy el
adulto en esta situación”, por lo tanto, el que tiene madurez soy yo, él está
en proceso.
Los padres son los adultos y los hijos son niños, esto permite la conexión con el hijo, el amor
incondicional, la aceptación y la protección/seguridad. Cuando se invierte la
jerarquía y decides ser “amigo” de tu
hijo, se crean confusiones y se genera
estrés.
Utilizar a los hijos como basureros emocionales
Es común escuchar que tras una pelea entre la pareja,
alguno de los padres recurra a “desahogarse” con su hijo, sin embargo,
involucrar a los hijos resulta ser contraproducente.
Muchas veces, este tipo de conductas sirve al
adulto para soltar frustraciones, sentirse amado, valorizado y llenar vacíos; por lo que refleja poca
habilidad para manejar sus emociones al no se responsabilizarse y no asumir una
postura madura.
En este tipo de situaciones, existen dos roles: el
“padre compañero” que suele ser
indiscreto y comparte sus problemas y el “hijo confidente”, aquél que consuela
y apoya.
Por lo general, esto genera confusión y estrés
(padres inmaduros), mismo que debilita el vínculo, ya que obligan al hijo a ser
el adulto, a ser maduro y a enfrentarse ante una situación que no le corresponde.
Recuerda que los hijos están para recibir, para ser
respetados, no para cumplir con tus expectativas.
Nos encontramos en una época en la cual pareciera
que la vida va de prisa, que el estrés y el cansancio son parte inevitable de
ella; después de lidiar con un día lleno de trabajo, terminan cansados y sin
energía. Por lo que es común que estén ausentes, física o emocionalmente, del
mundo de sus hijos.
Lo natural es el apego, crear un vínculo para
sentirse protegido. Por el contrario, si
no hay un adulto, los niños tienden a vincularse con algún compañero, amigos o
personas extrañas que no pueden darle lo
que necesita para sentirse seguro.
Debido al frecuente abandono que se tiene con los
niños hoy en día, es que surgen diversos tipos de violencia como el bullying o
los abusos, ya que no hay adultos que se encarguen de atender las
necesidades y brindar seguridad a los menores.
¡Hay que estar presentes! Solo los padres pueden
ofrecer amor, aceptación incondicional y orientación a los hijos.
Consentir a los hijos
Este suele ser uno de los errores más frecuentes de
los padres, cuando el padre consiente al hijo y no le pone límites para que no
se frustre, para evitar el enojo, detiene su proceso de maduración.
Es necesario poner límites, aunque esto en un
principio pueda producir frustración, enojo, tristeza, impotencia y llanto, posteriormente, se lograrán la adaptación, paz, resiliencia y madurez, ya que se
aceptan las cosas que no se pueden cambiar.
El adulto desempeña un papel muy importante al acompañar, sin regañar y empatizando, “Entiendo que estés enojado, que querías ir”,
pero sin ceder. Se recomienda un punto
medio, sin necesidad de la nalgada y teniendo muy en cuenta los límites
planteados.
Es importante que pase del enojo a la tristeza, a
las lágrimas ¿Por qué es importante que el niño llore? Para descargar energía,
para sentirse relajado. Es importante que el niño complete el proceso para que
se dé la adaptación.
Cuando el hijo no llora porque es resistente a sus
emociones, esa energía se vuelve “Energía de ataque” que más adelante se
transformará en agresión y violencia.
“El gran aprendizaje de la infancia es aprender a aceptar la frustración a lo que no podemos cambiar” Gordon Neufeld
Muchas veces, el hijo consentido suele ser un hijo
inmaduro, un hijo inadaptado (como un niño pequeño), es impulsivo, necio, egocéntrico,
no toma a otros en cuenta; por lo general, se tornan dependientes e irresponsables,
culpando a otros por sus errores.
Hay que ayudar a nuestros hijos a madurar, a poner
límites
Recuerda que el vínculo entre el papá e hijo es muy
importante, entre más fuerte es el vínculo, mayor es el impacto que tiene el
padre.
Para finalizar, es muy importante cuestionarnos
sobre la labor de ser padre y madre ¿Qué me da autoridad? La conexión con mi
hijo, recuerda que escuchamos a las personas que respetamos y admiramos. ¿Cómo tocamos el corazón del hijo? Viendo más allá
de su conducta, de su apariencia, a veces se nos olvida que detrás de todo eso
hay un SER. Interesándonos en ¿Quién es? ¿Qué le gusta? ¿Qué
necesita?
Los problemas de comportamiento son problemas de
relación. No dejes que su comportamiento te aleje. Cuando te
conectas con tu hijo, cambia su comportamiento.
Psic. Shadid Pech Dorantes
Psicóloga clínica
Contacto: 9999180462
"Trascender" Centro de Atención Psicológica Integral.
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