lunes, 26 de junio de 2017

El cambio social NO está en uno mismo



“El cambio social está en uno mismo”… Suele ser muy común escuchar este tipo de expresiones sobre todo cuando se hace referencia a diferentes situaciones que nos acontecen como sociedad y que bien ejemplifica el qué hacer y la función participativa que tenemos como integrantes de un todo social. Sin embargo, valdría la pena considerar qué tanto la aseveración es pensada con miras del “cambio social” per se, o del mero intento por persuadir a aquellas demostraciones de participación ciudadana así como las demandas o reacciones del colectivo ante las injusticias.

Esta entrada, está dedicada a todos aquellos que se han integrado en el colectivo de las diferentes luchas sociales y también a quienes prefieren el rol de espectadores/jueces ante las situaciones en las que el contexto también ha participado.


 Imagínate que estás en una etapa muy remota a la cual estás ahora, supongamos que te encuentras en el jardín de niños y que la profesora marca de actividad grupal, el germinado de una planta de frijol (seguramente recuerdas esa típica actividad que resulta cliché durante el preescolar). Supongamos que durante tus observaciones del mencionado experimento casero, te das cuenta que el tuyo no marcha tan bien que digamos y que después de dos semanas no hubo ni indicios de brote a diferencia del resto de tu grupo que tienen plantitas bastante conformadas… Quizá te preguntarás qué ocurrió, si hiciste todo el procedimiento como indicó la profesora.

¿Considerarías que el contexto en el que te tocó plantar esa semilla, es diferente al de los demás? Probablemente, te haya hecho falta agregar agua, o sencillamente, el frijol no estaba en un estado óptimo para poder germinar a tiempo como el de tus demás compañeros.

 
Pues bien, algo similar es lo que ocurre en cuanto a las atribuciones del cambio social y de la frase de la cual partimos al análisis: “El cambio está en uno mismo” sería solo contemplar una pequeña parte de todo el amplio espectro que pudo ocasionar que tu experimento no brotara a tiempo. Considerar que el cambio comienza y que solo depende de uno mismo, sería como exigirle a la semilla que a pesar de todo el contexto poco propicio (clima, poca agua, pobres recursos en su subsuelo, pocas expectativas de crecimiento, etc…), crezca y se equipare a las demás experiencias.

Ahora, intentemos aterrizarlo a nuestra realidad como mexicanos. Si es que el cambio pudiera darse con nosotros (por estar insertos en un gran sistema), es probable que no sea suficiente para poder escalar dicho cambio a nivel de las políticas, cultura y conformación social que nos permite estar en comunidad. Esto quiere decir, que cuando cambio, no cambia en automático mi entorno; sino que necesito de la acción y participación directa para la modificación de mi mismo entorno y así poder asegurar que los cambios sean sistemáticos y que puedan hacer la diferencia en el ambiente.

Cuando el cambio es unidireccional, únicamente se consigue silenciar el rol que le compete y que responsabiliza al ambiente para poder proveer los recursos que necesitan las partes-de-un-todo. Es como decir que nos bastamos únicamente a nosotros (descartando de plano el “zoon-politikón” o característica sociopolítica del ser humano que describía Aristóteles) y que los demás estarían en completa conexión consigo mismos únicamente, creando una sociedad autista y escindida del mismo medio.

Las necesidades son los motores del cambio social y el cumplimiento de estas necesidades básicas son las que se estandarizan en los diferentes movimientos sociales que han surgido: trato digno mediante los Derechos Humanos, Economías sustentables, Justicia, Libertad, Salud, Alimentación. La procuración del cumplimiento de las necesidades corresponde a una tarea en colectivo y asimismo, le compete al entorno en el cual se desarrolla.


No contemplar al medio, sería dejarlo en su zona de confort y dejar de gestionar su propio desarrollo, así como el desarrollo de cada uno de los que integramos y participamos en este todo llamado comunidad.

Para quienes estamos inmersos en el cambio social y en la acción directa participativa; es muy común encontrarnos con la resistencia al cambio. Esta resistencia, suele ser un poco desalentadora; y con justa razón, vale la pena abordarlo:

La retroalimentación del medio, resulta primordial en la permanencia de la promoción del cambio social. Es decir, en la medida en que el medio se vuelva partícipe dentro del fenómeno, apoyaría en la generación de nuevas respuestas de relación entre cada individuo y la comunidad. Es por esto que se da lugar a la normalización de la violencia, de las matanzas, de los abusos y violaciones. Pareciera que perdemos sensibilidad, pareciera que perdemos nuestra capacidad de indignación.


Asimismo, resulta inquietante la no-participación de algunas entidades dentro de la promoción del cambio social; tal parece que no nos sentimos empáticos/interesados ante las desgracias ajenas o las políticas poco sustentables e inflexibles que el medio impone. Es como si creyéramos que esas desgracias no nos van a alcanzar en algún momento o como si estuviéramos exentos de padecer aquel dolor por la pérdida de algún hijo (por mencionar alguno).

Ciertamente, la no-participación dentro del cambio social no solamente es ignorar los fenómenos, sino hoy en día, resulta un “escupir hacia arriba creyendo que no nos va a venir de regreso”; porque en este cáncer social que vivimos actualmente, los fenómenos de injusticia, de feminicidios, de desapariciones forzadas, del narcotráfico, de la contaminación del agua y aire, de nuestro agotamiento de recursos, de la pobreza, de la violencia, cada vez van más en aumento… ¿Sabes? Esto no respeta edad, ni sexo, ni clase social; esto arrasa parejo porque estamos en colectivo inevitablemente.

Sí, el entorno lo está propiciando y sí, nosotros también participamos en nuestro deterioro al no-participar.

Psic. Davy Aguilar Ríos
Psicólogo Clínico Cognitivo-Conductual y Gestalt
Contacto: 9992-19-89-51
"Trascender". Centro de Atención Psicológica Integral

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