“Hasta que el último árbol sea cortado, el último río envenenado, el
último pez sea pescado, sólo entonces el Hombre descubrirá que el dinero no se
come”
-Proverbio Indio Cree
La presente entrada tiene por finalidad expresar la
incertidumbre que me deja el rumbo del desgaste ecológico desde el
análisis de la explotación de recursos naturales y de la huella ecológica que la
Humanidad ha dejado a su paso:
Todos los días que me dirijo hacia el trabajo, hacia el
consultorio, hacia mis diferentes destinos, me doy cuenta que mi visión se ha
acostumbrado a mirar a todo paso, concreto, concreto y más concreto. Me resulta
curioso, dado que por la situación geográfica de Yucatán, tenemos flora nativa en
abundancia y que crece inclusive en nuestros patios, pero… ¿qué hace la
diferencia entre el crecimiento de una “flor silvestre” y el crecimiento de la
mega-plancha de concreto que se establece en Yucatán? Considero que la
respuesta es bastante compleja y apunta a ese llamado “desarrollo urbano”, así
como los hábitos que tenemos como ciudadanos.
Nuestros hábitos de consumo impactan directamente en el
comportamiento ecológico y eso es llamado “huella ecológica” (global footprint),
haciendo que la producción de basura y la explotación de nuestros recursos crezcan
a niveles exponenciales. De hecho, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF)
notifica estudios donde se han registrado aumentos muy importantes en la
aceleración del agotamiento de recursos del planeta.
Pero, ¿Por qué preocuparnos por el desgaste ecológico? Sencillo,
no tenemos otro planeta en el cual habitar y siendo la Tierra como nuestra
casa, tendríamos que cuidar de ella (así como ella cuida de nosotros). Se mira
el famoso “desarrollo” como una perspectiva hacia el futuro; sin embargo, se nos olvida que el
futuro también implica observar el curso y las acciones que emprendemos en el
momento presente, ¿Qué estamos haciendo ahora para poder tener una pizca de seguridad
de que nuestro planeta estará a salvo (y nosotros con él)?
Es decir, ¿Te imaginas no tener agua al alcance para poder
subsistir o que el aire que respiramos esté contaminado?... Las respuestas no
están tan alejadas de la realidad: existen poblaciones en México en donde el
acceso al agua es muy limitado, no únicamente por la infraestructura para
proveer este líquido vital, sino que la escasez ya está teniendo un impacto significativo
en esta geografía; o existen situaciones en donde el agua es tan insalubre que
tiende a ser no-apta para el consumo humano debido a los agroquímicos y
contaminación del manto acuífero. De igual forma, el número de muertes atribuibles
a la contaminación del aire se ha incrementado en 60% entre 1990 y 2015 en
México, cifra que resulta por mucho, preocupante.
*Más del 40% de la población mundial padece escasez
de agua.
¿Qué nos toca hacer desde nuestro entorno más inmediato?
He visto campañas
circulando en redes y en la calle sobre la modificación en nuestros hábitos de
consumo. Tan sencillo como la reducción de plásticos (popotes o bolsas
plásticas) que tarde o temprano acaban en los mares... Me parecen estupendas
iniciativas, pero eso no es suficiente para frenar el agotamiento y
contaminación de nuestros recursos. Hace falta más acción que trascienda la
reflexión, sobre todo, salir de la zona de confort que nos proveen las redes
sociales.
Hay dos cosas principales que nos toca hacer como ciudadanos
del planeta: vigilar los proyectos que pretenden la explotación de los recursos
de la Tierra, procurar que estos se aborden desde la sustentabilidad y la
no-invasión de los ecosistemas (sí, creo que se puede promover un progreso
social y económico sin necesidad de destruir) y promover tanto en nosotros como
en nuestros entornos más cercanos, la reducción de desechos producidos por el
consumismo exagerado.
Para vivir en responsabilidad, antes de usar las famosas 3R’s
(reducir, reusar, reciclar), decidamos evitar la producción de basura y del
consumo innecesario; el detalle está en que cada quien ha usado el concepto de “necesidad”
a su antojo, prescindiendo del equilibrio adecuado con nuestro entorno.
El afán de lucrar con el medio ambiente nos ha llevado a la destrucción del mismo, esto puede frenarse y en el mejor de los casos, revertirse si colaboramos todas y todos para lograrlo.
No descarto que haya más opciones que tengan un impacto
significativo en el desenvolvimiento de nuestro planeta y cualquier idea es
bienvenida para pagar esta deuda tan grande que ya tenemos con él, solo agrego:
el cambio ha de estar enfocado tanto en lo individual como en lo colectivo, no
basta con que dejes de usar popotes, hace falta tomar medidas para poner un
alto a la destrucción que produce la insistencia en obtener aún más recursos de
donde ya obtuvimos más de lo necesario.
Me emociona mucho ver cómo florecen iniciativas como
la reforestación de áreas comunes en la ciudad, la lucha por la conservación de
las abejas, la defensa por el agua o por territorio indígena (nuestros grandes
guardianes del ecosistema, de quienes nos hace falta aprender mucho). Iniciativas que nacen desde el corazón de colectivos, organizaciones y sociedad civil organizada. A estas
iniciativas, podemos sumarnos y crear otras que frenen el abuso de la Tierra.
Piensa por un momento, ¿Qué está a mi alcance para aminorar
mi huella ecológica y poder convivir en armonía con mi ecosistema? Tan fácil es
pensar en la promoción del desarrollo como en la promoción del cuidado de nuestro
hogar. Si estos recursos vivos llegan a desaparecer, desaparecemos con ellos.
Aquí te dejo un link para medir tu huella ecológica en temas de Energía, Agua, Transporte y Agua: http://www.tuhuellaecologica.org/
Psic. Davy Aguilar Ríos
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta
Contacto: 9992-19-89-51
"Trascender". Centro de Atención Psicológica Integral
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