viernes, 27 de abril de 2018

Psicoterapia: De la Humanidad enajenada a la Humanidad consciente (Parte 2)


Continuando con la idea de la Psicoterapia como un ejercicio de alcances políticos y sociales, la presente entrada, corresponde a la segunda parte de todo el ensayo que he venido desarrollando como parte de ideas, reflexiones y cuestionamientos que me surgen al mirar mi propia praxis terapéutica y las experiencias que en la otredad se presentan (en participaciones colectivas y dentro del consultorio).


La consciencia como linterna hacia otros mundos
“El campo, como totalidad, tiende a completarse a sí mismo, a buscar el equilibrio más simple posible en cada nivel del campo (…) Un organismo se preserva solamente al crecer. La autopreservación y el crecimiento son polares, ya que solamente quien se preserva puede crecer mediante la asimilación, y quien asimila continuamente la novedad puede preservarse y no degenerar”
-Perls, Hefferline y Goodman
En psicoterapia hay una danza constante y fluida que se crea de persona a persona, esta suele ser una danza de contrastes que nutren cada una de las partes; y es que únicamente mediante lo que es diferente a nosotros, existe crecimiento.

Expandimos la consciencia sólo a través del reconocimiento de la humanidad que se presenta frente a nosotros: una persona que proviene de diversos sistemas y que comparte cierta actitud con el otro, una actitud de co-responsabilidad y de co-construcción de un nuevo entorno.

Quiero profundizar en el párrafo anterior: Me gusta pensar que la terapia no solamente tiene alcances que se limitan al individuo, sino que se extrapolan a situaciones familiares, sociales, políticas y de otros ámbitos (como ya había abordado en la primera parte); asimismo, en el encuentro que se da de persona a persona en una situación tan solidaria como es la terapia, se van creando nuevas perspectivas en donde participamos más de uno, es decir, construimos un Nosotros.


Este contraste que se brinda entre terapeuta y cliente, se da a partir de una exploración de “sentires”, “pensares” y “haceres”. Esto únicamente lo conseguimos dándonos cuenta de la parte que uno a uno aportamos en la relación, siendo conscientes de nuestra influencia en el ambiente y también de la influencia que recibimos del mismo.

Desde esta óptica, el terapeuta acompaña y observa… esto involucra en su totalidad, un trabajo estético, que funja como una linterna co-construida desde la solidaridad hacia otros mundos que sin ese contraste brindado, probablemente no pudieran iluminarse.

La industrialización del Hombre

Los tiempos modernos, donde la tecnología predomina y en ocasiones predetermina nuestras relaciones sociales, han apoyado para que el Hombre sea observado como un ente virtual, un ente que se conforma de un “Nickname” y un “Perfil de usuario”. Toma de nosotros, un trozo de humanidad para alojarla en un servidor y dejar un poco de la esencia que nos caracteriza.

Es preciso destacar las facilidades que las nuevas tecnologías nos han brindado, ya que también han servido de apoyo hacia la misma Humanidad, como son los casos de denuncias a vejaciones o faltas a los Derechos Humanos (que han fijado bases también colectivas), o incluso durante la catástrofe ocurrida en México el 19 de septiembre por los sismos, o desde una perspectiva relacional, simplemente facilita comunicarnos con quienes queremos tener cercanos. El cuestionamiento que podría hacer la diferencia entre una u otra perspectiva pudiera ser ¿Qué tanto tomamos las tecnologías únicamente como medio para relacionarnos con lo que hay afuera de nosotros? ¿Cómo dejó de ser esto una alternativa y comenzó a ser única opción?

Tomo el ejemplo de las nuevas tecnologías de la información como una representación cercana de la industrialización del Hombre moderno, ya que este proceso de industrialización, lleva décadas construyéndose. Esta industrialización a la que me refiero, se caracteriza por una adoración exacerbada del individualismo (desde una perspectiva cuasi-hedonista), objetivando nuestras relaciones, escindiéndonos del entorno que requerimos para crecer, para contrastarnos y asimilar nuestra propia Humanidad ¿Cómo participan las tecnologías en la promoción de este individualismo?

"El Hombre es un ser social por naturaleza" argumenta Aristóteles, en contraste con una modernidad donde el Hombre ha dejado de ser un átomo incorporado de la sociedad y ha pasado a ser un generador de consumo, comenzamos a perder el sentido humano, pasamos a representar papeles que nos son adjudicados (y que también aceptamos) por las masas a cambio de la pertenencia al grupo, que aclaro, también es sumamente importante para las personas, sin embargo, la diferencia radica en la renuncia a la autenticidad para encajar en el estándar.


Asimismo, la industrialización del Hombre se repite en patrones de relación, me refiero a que esto es extensivo a nuestras relaciones, de tal modo que comenzamos a objetivar al otro para poder utilizarlo en nuestro propósito o necesidad; y aquí radica uno de los problemas más grandes de las relaciones humanas, ¡No somos objetos de consumo! Somos personas que sienten, que aman y que reaccionan en relación a lo que se nos presenta.

La Psicoterapia cumple aquí, una función sumamente primordial: destacar la Humanidad de la persona para admirarla desde la libertad de la respuesta, y así, poder observarse responsablemente como gestor del ambiente de manera espontánea, en otras palabras, entablar relaciones humanas más libres.

La industrialización de la Psicoterapia
“Son raras las personas que se vuelven maduras hasta el punto de aconsejar, guiar y cuidar sin avergonzar, sin dominar”
-Paul Goodman
De igual forma, vale la pena abordar que la Psicoterapia es una práctica que no se exceptúa de este proceso de industrialización, y me gustaría abordar esta parte con el amplio cuestionamiento ¿Cómo objetivamos a las Personas en terapia?

Caemos en esta industrialización cuando volvemos nuestra práctica terapéutica como un producto consumible y no una práctica al servicio de la Persona. Cuando comenzamos a trabajar con el “trastorno” o la “enfermedad mental” por encima de la humanidad que se nos presenta frente a nosotros.

¿Cómo pretendemos promover la libertad y la responsabilidad del individuo si nuestro proceso tiende a ser una muestra más del sistema industrializado?  Y es que, los actuales entornos sociales, laborales y políticos (a veces, hasta familiares) demandan seres autómatas generadores de consumo. Basta con reflexionar sobre el alarmante 40% de trabajadores que laboran en situación de estrés, generándole al mismo sistema laboral, un rezago de entre 15 y 20 días de trabajo perdidos (Organización Nacional del Trabajo); aunado a las bajas condiciones laborales y salariales del México actual.


La Psicoterapia ha de ser un servicio que contemple estos factores de manera global; que las Personas con las que trabajamos (incluyéndonos como terapeutas), provienen de una industrialización que pretende la automatización como si estuviéramos hablando de máquinas y que nuestras acciones han de ir encaminadas a mirar el lado sensible y humano; no volverse unidireccionales, sino dar paso a la co-construcción (desde cualquier enfoque con el que se trabaje en psicoterapia).

Considero que la constante crítica a nuestra praxis revitalizaría y retroalimentaría los vacíos estériles en los que se tiende a caer. La invitación es a tomar el Humanismo no desde el enfoque terapéutico, sino desde un criterio filosófico para abordar, dados los tiempos contemporáneos que exigen seres autómatas de personas libres y espontáneas.


Psic. Davy Aguilar Ríos
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta
Contacto: 9992-19-89-51
"Trascender". Centro de Atención Psicológica Integral

viernes, 13 de abril de 2018

Noches de Charla-Café: "Re-pensando el amor"


En esta ocasión queremos invitarte a participar en nuestra Noche de Charla-Café con la temática "Re-pensando el Amor" donde estaremos reflexionando en torno a diversas perspectivas sobre el Amor y su expresión en tiempos actuales.
Acompáñanos a crear un diálogo enriquecedor dónde contemplemos muchas formas de ver el Amor.

Fecha: 20 de abril
Hora: 8 p.m.
Lugar: Trascender. Centro de Atención Psicológica Integral.
(C. 44 No. 486D x 55 y 57 Centro).
Cuota: $50 MXN

¡Te esperamos!

martes, 3 de abril de 2018

Los rostros de la violencia



Hablar de violencia requiere un sentido de  un pensamiento amplio, que englobe diversos elementos que se conjugan entre sí; también requiere un momento para hacer una autoevaluación sobre la responsabilidad que vamos teniendo en estos acontecimientos.

Estudié la licenciatura en Psicología y en los últimos semestres inicié mis prácticas en una Unidad de Atención a víctimas, desde ese momento pude ver y hacer más consciente el tema de la violencia y sus múltiples facetas. No es fácil hablar de ella, en muchas ocasiones resulta incómodo, pero  como dice aquél dicho popular, “no se puede tapar el sol con un dedo” y es un hecho que en la actualidad, los índices en el País se han elevado.

La finalidad de esta entrada es ofrecer una perspectiva que contribuya a la concientización de la violencia misma, a través de experiencias e ideas.
Pero, ¿Qué es la violencia?

Para poder hablar sobre “algo”, es necesario iniciar comprendiendo ese “algo”, aunque nos resulte complicado.  Es por eso que presentamos algunas definiciones de violencia:

Según la Organización Mundial de la Salud: Violencia es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.
Una primera idea de violencia, en un sentido amplio, se refiere al daño ejercido sobre los seres humanos por parte de otros seres humanos. (Jiménez, 2009)

La RAE, habla de violencia cuando se da una acción de cualquier ente, que produce la ruptura de la “armonía”.
Y así podría abordarse este término por miles de autores que se han enfocado en investigar dicho fenómeno desde hace algunas décadas.


¿Cómo surge la violencia?

La UNESCO, así como otras investigaciones, sugieren que la violencia es más cultural, es decir, que “se aprende”. Que el ser humano no es  violento por naturaleza.

Considero que la violencia es un problema social, un problema público, que está vinculado tanto con los ciudadanos como con el mismo sistema, denominado Estado.

Hablar de la responsabilidad que tiene el Estado, siempre es más fácil; ya que es una realidad que las políticas públicas no han tenido un gran impacto en materia de seguridad. Basta con revisar las estadísticas que día con día aparecen en los distintos medios de comunicación. 

Según las cifras oficiales, la violencia y las muertes aumentaron en 2017 (70 asesinatos al día), incluso superando al 2011(61 asesinatos), considerado el año más mortífero como consecuencia de “La guerra contra el narco”. Entre otros delitos como las violaciones, los robos, los secuestros, etc. 

No puedo dejar de leer esas notas, esos datos que van perdiendo sentido al ser números, pero que siguen impactando de tal forma que no me imagino cómo se da marcha atrás a toda esta ola de violencia, que parece no afectarnos. 

Cuando escucho sobre la violencia en el país,  no puedo evitar recordar casos sonados en los medios de comunicación como la matanza de Tlatlaya, los crímenes de Atenco, las muertas de Juárez, los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, los múltiples feminicidios, la masacre de Tlatelolco, por mencionar algunos. Pero tal pareciera ser que estos delitos han quedado impunes y para algunas personas, también en el olvido.

También existen los casos locales, los casos que se dan en el Estado más “seguro” del País. Los delitos que no existen según los datos que proporciona el Sistema Nacional de Seguridad Pública. Las voces de personas que incluso han sido víctimas del mismo Sistema que presta servicios de protección y seguridad.
 


Recuerdos regresan a mí de manera clara; me ubico en la unidad de atención a víctimas, recuerdo ver cómo llegaban integrantes de  familias destruidas porque la violencia se dio en sus hogares; mujeres que amaban a sus hijos y por eso decidieron “cargar su cruz”, quedarse y enfrentar los malos tratos con tal de que su familia permanezca. Me decían que jamás se dieron cuenta de lo que vivían, nadie les dijo que los insultos o jaloneos les dañaban más de lo que  pensaban, jamás imaginaron que aquellos celos sin fundamento fueran una bomba de tiempo. Creyeron que era normal, que era amor. No pensaron que sus seres amados pudieran hacerles tanto daño.

Habían niñas que fueron víctimas de Trata de personas, a quienes sus mismos padres les pusieron un precio, chicas que aprendieron por experiencia que “el amor desinteresado no existe”, jóvenes de 14 años que querían olvidar toda la violencia que vivieron dentro de sus casas y fuera de ellas. Niñas que replican las conductas violentas porque no aprendieron otra forma de comunicarse.

También pude ver niños que no comprendían lo que ocurría a su alrededor, no entendían por qué a su madre lloraba, por qué estaba  llena de heridas, por qué sus padres no les cuidaron; no comprendían bien, pero en sus ojos yo veía  tristeza, frustración y miedo.

Aquél lugar estaba lleno de historias, lleno de recuerdos y de esperanzas también, esperanzas de encontrar un espacio libre de violencia.



No se trata solo de cifras, son historias, son personas. Somos todos.



Hablar de estos temas resulta complicado, jamás me reúno en un bar o un café para ver de qué forma podemos hacer algo que contribuya a concientizar, a hacer algo por las víctimas o a armar algún plan de mejora de la situación; ¿por qué? Porque nadie quiere hablar de algo que incomoda, de algo que nos pone tristes, enojados o reflexivos. 

He escuchado a gente que dice que hay que dejar un mejor lugar para nuestros hijos, pero no sabe cómo. A diario leo “Cómo ser feliz siguiendo estas recomendaciones” y para nada les culpo, todos anhelamos la felicidad. Pero ponernos una venda en los ojos o crear una burbuja feliz, no nos hace menos propensos a pasar por alguna situación de violencia. Y si no somos capaces de mirar al otro, ser empático o poner sobre la mesa estas situaciones, nos será más difícil hacer algo.



Psic. Shadid Pech Dorantes
Psicóloga clínica y Psicoterapeuta
9999-18-04-62 
Trascender. Centro de Atención Psicológica.