Continuando con la idea de la Psicoterapia como un ejercicio
de alcances políticos y sociales, la presente entrada, corresponde a la segunda
parte de todo el ensayo que he venido desarrollando como parte de ideas,
reflexiones y cuestionamientos que me surgen al mirar mi propia praxis
terapéutica y las experiencias que en la otredad se presentan (en participaciones
colectivas y dentro del consultorio).
Puedes leer la primera parte en el siguiente link: https://trascendercapsi.blogspot.mx/2018/01/psicoterapia-de-la-humanidad-enajenada.html
La consciencia como
linterna hacia otros mundos
“El campo, como totalidad, tiende a completarse a sí mismo, a buscar el equilibrio más simple posible en cada nivel del campo (…) Un organismo se preserva solamente al crecer. La autopreservación y el crecimiento son polares, ya que solamente quien se preserva puede crecer mediante la asimilación, y quien asimila continuamente la novedad puede preservarse y no degenerar”
-Perls, Hefferline y Goodman
En psicoterapia hay una danza constante y fluida que se crea de persona a persona, esta suele ser una danza de contrastes que nutren cada una
de las partes; y es que únicamente mediante lo que es diferente a nosotros,
existe crecimiento.
Expandimos la consciencia sólo a través del reconocimiento
de la humanidad que se presenta frente a nosotros: una persona que proviene
de diversos sistemas y que comparte cierta actitud con el otro, una
actitud de co-responsabilidad y de co-construcción de un nuevo entorno.
Quiero profundizar en el párrafo anterior: Me gusta pensar
que la terapia no solamente tiene alcances que se limitan al individuo, sino
que se extrapolan a situaciones familiares, sociales, políticas y de otros
ámbitos (como ya había abordado en la primera parte); asimismo, en el encuentro
que se da de persona a persona en una situación tan solidaria como es la
terapia, se van creando nuevas perspectivas en donde participamos más de uno,
es decir, construimos un Nosotros.
Este contraste que se brinda entre terapeuta y cliente, se
da a partir de una exploración de “sentires”, “pensares” y “haceres”. Esto
únicamente lo conseguimos dándonos cuenta de la parte que uno a uno aportamos
en la relación, siendo conscientes de nuestra influencia en el ambiente y
también de la influencia que recibimos del mismo.
Desde esta óptica, el terapeuta acompaña y observa… esto
involucra en su totalidad, un trabajo estético, que funja como una linterna
co-construida desde la solidaridad hacia otros mundos que sin ese contraste
brindado, probablemente no pudieran iluminarse.
La industrialización
del Hombre
Los tiempos modernos, donde la tecnología predomina y en
ocasiones predetermina nuestras relaciones sociales, han apoyado para que el
Hombre sea observado como un ente virtual, un ente que se conforma de un
“Nickname” y un “Perfil de usuario”. Toma de nosotros, un trozo de humanidad
para alojarla en un servidor y dejar un poco de la esencia que nos caracteriza.
Es preciso destacar las facilidades que las nuevas
tecnologías nos han brindado, ya que también han servido de apoyo hacia la
misma Humanidad, como son los casos de denuncias a vejaciones o faltas a los
Derechos Humanos (que han fijado bases también colectivas), o incluso durante
la catástrofe ocurrida en México el 19 de septiembre por los sismos, o desde
una perspectiva relacional, simplemente facilita comunicarnos con quienes
queremos tener cercanos. El cuestionamiento que podría hacer la diferencia entre una u otra perspectiva pudiera ser ¿Qué tanto tomamos las tecnologías
únicamente como medio para relacionarnos con lo que hay afuera de nosotros?
¿Cómo dejó de ser esto una alternativa y comenzó a ser única opción?
Tomo el ejemplo de las nuevas tecnologías de la información
como una representación cercana de la industrialización del Hombre moderno, ya
que este proceso de industrialización, lleva décadas construyéndose. Esta
industrialización a la que me refiero, se caracteriza por una adoración exacerbada del
individualismo (desde una perspectiva cuasi-hedonista), objetivando nuestras
relaciones, escindiéndonos del entorno que requerimos para crecer, para
contrastarnos y asimilar nuestra propia Humanidad ¿Cómo participan las
tecnologías en la promoción de este individualismo?
"El Hombre es un ser social por naturaleza" argumenta Aristóteles, en contraste con una modernidad donde el Hombre ha dejado de ser un átomo
incorporado de la sociedad y ha pasado a ser un generador de consumo,
comenzamos a perder el sentido humano, pasamos a representar papeles que nos son
adjudicados (y que también aceptamos) por las masas a cambio de la pertenencia
al grupo, que aclaro, también es sumamente importante para las personas, sin
embargo, la diferencia radica en la renuncia a la autenticidad para encajar en
el estándar.
Asimismo, la industrialización del Hombre se repite en
patrones de relación, me refiero a que esto es extensivo a nuestras relaciones,
de tal modo que comenzamos a objetivar al otro para poder utilizarlo en nuestro
propósito o necesidad; y aquí radica uno de los problemas más grandes de las
relaciones humanas, ¡No somos objetos de consumo! Somos personas que sienten,
que aman y que reaccionan en relación a lo que se nos presenta.
La Psicoterapia cumple aquí, una función sumamente
primordial: destacar la Humanidad de la persona para admirarla desde la
libertad de la respuesta, y así, poder observarse responsablemente como gestor
del ambiente de manera espontánea, en otras palabras, entablar relaciones
humanas más libres.
La industrialización
de la Psicoterapia
“Son raras las personas que se vuelven maduras hasta el punto de aconsejar, guiar y cuidar sin avergonzar, sin dominar”
-Paul Goodman
De igual forma, vale la pena abordar que la Psicoterapia es
una práctica que no se exceptúa de este proceso de industrialización, y me
gustaría abordar esta parte con el amplio cuestionamiento ¿Cómo objetivamos a
las Personas en terapia?
Caemos en esta industrialización cuando volvemos nuestra
práctica terapéutica como un producto consumible y no una práctica al servicio
de la Persona. Cuando comenzamos a trabajar con el “trastorno” o la “enfermedad
mental” por encima de la humanidad que se nos presenta frente a nosotros.
¿Cómo pretendemos promover la libertad y la responsabilidad
del individuo si nuestro proceso tiende a ser una muestra más del sistema
industrializado? Y es que, los actuales entornos
sociales, laborales y políticos (a veces, hasta familiares) demandan seres
autómatas generadores de consumo. Basta con reflexionar sobre el alarmante 40%
de trabajadores que laboran en situación de estrés, generándole al mismo
sistema laboral, un rezago de entre 15 y 20 días de trabajo perdidos
(Organización Nacional del Trabajo); aunado a las bajas condiciones laborales y
salariales del México actual.
La Psicoterapia ha de ser un servicio que contemple estos
factores de manera global; que las Personas con las que trabajamos (incluyéndonos como terapeutas), provienen de una industrialización que
pretende la automatización como si estuviéramos hablando de máquinas y que
nuestras acciones han de ir encaminadas a mirar el lado sensible y humano; no
volverse unidireccionales, sino dar paso a la co-construcción (desde cualquier
enfoque con el que se trabaje en psicoterapia).
Considero que la constante crítica a nuestra praxis revitalizaría
y retroalimentaría los vacíos estériles en los que se tiende a caer. La invitación
es a tomar el Humanismo no desde el enfoque terapéutico, sino desde un criterio
filosófico para abordar, dados los tiempos contemporáneos que exigen seres
autómatas de personas libres y espontáneas.
Psic. Davy Aguilar Ríos
Psicólogo Clínico y Psicoterapeuta
Contacto: 9992-19-89-51
"Trascender". Centro de Atención Psicológica Integral
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